LA OFRENDA
En julio de 2017 se produjo la primera “sesión inaudita”. Así decidimos llamar a una serie de reuniones en las que, con seriedad y una entrega absoluta al misterio, experimentábamos con imágenes, sonidos y textos. Lo sucedido en aquellas reuniones al aire libre, en el patio trasero de mi casa, nunca nadie lo sabrá. Pero, desde un principio, la idea era compartir algún día el trabajo que allí estábamos desarrollando.
Aquel periodo de sesiones inauditas se prolongó durante unos 5 meses. Ana Petite, Diego Bagnera y yo. Nos sentíamos como un pequeño colectivo formado por 3 personas que se reunían para poner en juego todo lo que tenían. En mis apuntes de aquella época tengo anotada varias veces la expresión "determinación de terrorista". Era el espíritu de compromiso que le imprimíamos a aquellos encuentros. No éramos una compañía en sí, pero todos queríamos sentirnos parte de algo, un concepto que englobase nuestra pequeña formación.
A menudo comentábamos que lo que allí sucedía no lo sabía nadie, no nos lo habían pedido, no teníamos fecha de estreno, nadie lo estaba esperando… lo hacíamos porque nos salía hacerlo, porque así éramos y porque algo entre el arte y las personas qué allí estábamos había sucedido y ya no había vuelta atrás, para bien o para mal. Simplemente, eso es lo que dábamos. Decidimos llamarnos La ofrenda.
Emilio Rivas
No hago la obra de teatro que quiero hacer, hago la obra de teatro que más afecta al mundo. La supervivencia vendrá de remover la existencia del hombre en el mundo, no de impresionar a unos espectadores con un arte de alto nivel. No me interesa el teatro, me interesa, en la medida de mis posibilidades, afectar al mundo, porque nos morimos, porque se acaba y soy un ser sencillo con un natural espíritu de supervivencia.
Esto lo digo porque una historia de teatro bien ejecutada, con zonas brillantes y una comprensión relativamente accesible es algo que se ubica en un cajón de la mente de manera que ahí se queda y nada más. Sin embargo, si te doy algo que no sabes dónde guardar, que quema y es corrosivo… te meto en un problema mayor, y con suerte saldrás de él con una determinación mayor, con un espíritu de acción mayor. Porque lo otro es cómodo y la comodidad es lo que está matándonos. Ver que nos morimos pudiendo tomar unas cañas nos mata porque nos decimos que “la vida son dos días” y entonces nos entregamos. Hay que activar una alerta, o al menos una incomodidad para llegar a otra cosa. No sé si esa otra cosa es buena o positiva pero la cosa presente no tiene futuro. Unas imágenes profundas, extrañadas, apocalípticas y violentas… te debes preguntar: ¿de dónde viene esto? ¿Qué significa una sociedad de la que salen estas imágenes? ¿Qué significa un humano echándole en cara a otros que se reproduzcan? ¿Qué significa un hijo echándole en cara a un padre el haberle hecho aparecer en el mundo?
Emilio Rivas
[Anotación en un cuaderno del proyecto Los años de la fertilidad ]