Lo primero que quiso en la vida fue ser futbolista. Vio un vídeo de Maradona y se dijo que él podía conseguir lo mismo. Se lo dijo en serio. El asunto se le daba bien, ingresó en las categorías inferiores del Cádiz. Más tarde en el juvenil del Betis, la cosa iba bien. Pero años después decide dejarlo, tras ver que se encuentra muy lejos de sus pretensiones, que son marcar goles en el Bernabéu. Piensa que a esas alturas lo máximo a lo que aspira es a jugar en 2ª división, y eso no es suficiente. Desde entonces se dedica a la literatura y a la creación escénica. Algunos de sus trabajos son “Cádiz-Heidelberg” o “Biofobia”. Su pretensión sigue siendo la misma, marcar un gol en el Bernabéu.
A los 8 años toma su primera decisión importante. Decide dejar el conservatorio de música para federarse en un equipo de fútbol sala. Aplicar disciplina a la música o al fútbol, y elige el fútbol.
Esa decisión marcará su educación y desarrollo hasta los 18 años, cuando, tras pasar por las sesiones inferiores del Cádiz y del Betis, decide dejar de correr junto al balón.
En Sevilla, ingresa en la Facultad de Comunicación. Le atrae el grupo de teatro universitario y sube a las tablas por primera vez con mucha energía y muy poco cuidado. Tras licenciarse en Publicidad y RRPP se traslada a Madrid sin un objetivo definido. Simplemente, siente que cualquier “camino” pasa por Madrid. Realiza unas prácticas en la radio del Círculo de Bellas Artes. Toca fondo y al terminar las prácticas abandona la ciudad. Regresa al sur durante un mes y emprende un viaje a pie. Sale de Cádiz y acaba un mes y 14 días más tarde en Heidelberg, Alemania. Al regresar, en Madrid, viendo una obra de teatro en la sala Cuarta Pared, tiene una revelación: “Era el teatro, era eso”.
Decide dedicarse a las artes escénicas y se traslada a Granada. Su formación se da en Escénica-Centro Andaluz de Teatro (2009). Luego se traslada a Madrid, donde asiste al Taller Jóven del Teatro de la Abadía. Funda junto a José Espigares la compañía Kalashnikov y cumple el sueño de actuar en el lugar donde inició el nuevo camino, La Cuarta Pared. Entre 2010 y 2012 desarrolla los proyectos The Powers y Padre/Hijo/Gato. Tras dichos trabajos realiza un alto en el camino con Biofobia (2013), su primera pieza escénica en solitario.
En 2014 conoce de cerca a la compañía La Tristura con la que establece un importante vínculo colaborando como ayudante en gira en Festival Iberoamericano Miradas (Santos y Sao Paulo, Brasil), TEMPO Festival (Río de Janeiro, Brasil) y Festival Internacional de Artes Escénicas de Pernanbuco (Recife, Brasil) con trabajos como Materia Prima y El sur de Europa. Días de amor difíciles.
En 2015, a propuesta de La Tristura, asume la realización de una pieza itinerante dentro de la programación del Festival Salvaje en San Cristóbal, Madrid. La pieza resultante será Take a walk on the wild side y completará la programación del festival junto a los trabajos Observen como el cansancio derrota al pensamiento de El Conde de Torrefiel y Domini Públic de Roger Bernat. Desde entonces Emilio Rivas ha realizado nuevas versiones de dicho proyecto para La Casa Encendida (Lavapiés, Madrid), Las Naves (Poblats marítims, Valencia) y Teatre Principal (Palma de Mallorca). A su vez ha colaborado en proyectos como Solos en la Casa (¿La tristura? ¿Celso e Itsaso? La Casa Encendida y obras como La melancolía de King Kong dirigida por Carlota Ferrer para Teatro de la Abadía.