BIOFOBIA
"YO ESTABA MÁS ENFERMO QUE UN PERRO, DIJO EL CHICO. PENSABA QUE ME IBA A MORIR Y LUEGO ME DIO MIEDO SEGUIR VIVIENDO".
Cormac McCarthy, Meridiano de sangre
La necesidad
A mediados de 2013, la estabilidad del sufrimiento comenzó a resultarme insoportable. El día a día en Madrid, el hastío por una descompensación abrumadora entre esfuerzo y recompensa, la falta de indicios que invitasen a prever futuras mejoras… Pensé que seguir adelante no tenía sentido alguno. Empecé a cuestionar un hecho sobre el que –en términos de salud mental– nunca tuve dudas: seguir vivo.
Coloqué en un folio las palabras –los conceptos– que claramente sustanciaban mi sufrimiento. Uno a uno, di buena cuenta de ellos de una forma libre. A veces visceral, a veces metafórica, a veces desde la confesión…, y el solo acto de escribir calmó la intensidad de determinadas imágenes en mi mente.
BIOFOBIA, la pieza escénica.
(España, 2013)
Un chaval es joven, sabe hacer cosas, tiene energía. El mundo en el que vive no parece estar interesado en ninguna de las potencialidades del chaval. El chaval no se viene abajo. Al contrario, se esfuerza más, pone más ilusión, da todo lo que tiene.
El mundo sigue haciendo caso omiso al chaval.
El chaval se empieza a frustrar. Hace todo lo que le han enseñado que hay que hacer para que el mundo te responda, pero no sucede nada. Absolutamente nada.
La energía se ha ido acumulando. Se va volviendo energía negra. El chaval se está hundiendo en esa oscuridad. No está dispuesto a desaparecer sin antes alzar la voz: "¡Soy un hombre, estoy vivo!".